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Unicaja Salud y Rendimiento


20 de febrero de 2019

El entrenamiento del miembro inferior

No deja de ser todavía curioso que se desintegre el entrenamiento del miembro inferior y del miembro superior, cuando el uno no puede ir sin el otro debido al concepto de unidad funcional. Si atendemos a la “conexión” entre el sistema nervioso y los demás sistemas del organismo no tendría sentido ni lo tiene hacer esta división tan drástica. Indiscutiblemente tendremos que realizar los matices oportunos y dar una prioridad, pero el control motor es decir la estabilidad articular del miembro inferior siempre estará marcada por el control motor del miembro superior y columna vertebral.

ARGUMENTACIÓN

Antes de iniciar un programa de entrenamiento del miembro inferior tendremos que realizar una primera valoración de los grados que presentan las cuatro principales articulaciones, que son: metatarso, tobillo (tibio astragalina), rodilla y coxo-femoral. Ellas van a formar el potente sistema propulsivo del miembro inferior.

 

Una vez que valoremos cada articulación y éstas estén correctamente estabilizadas por los músculos correspondientes, estaremos asegurando como mínimo que cada articulación llega a su rango óptimo de movimiento y esto será fundamental para iniciar un programa de entrenamiento saludable del miembro inferior.

 

Antes de actuar hay que valorar los grados de las principales articulaciones
Asegurar estos óptimos grados nos indicará que el tobillo tiene unos grados de flexión dorsal y plantar correctos, que la articulación de la rodilla no presenta alteraciones de valgo y varo modificando el ángulo Q normalmente marcado por la inestabilidad de articulación coxo-femoral, y que tanto los movimientos de flexión- extensión de cadera, como de abducción – adducción todos ellos en rotación interna y externa son los adecuados.

 

Pero como decíamos en la introducción ¿qué ocurre con la movilidad de la columna vertebral?, ¿qué ocurre con la movilidad de la cintura escapular?, ¿es que no hay que tenerlas en cuenta?

 

Pues la argumentación es muy clara en cuanto a control motor puesto que estas dos articulaciones son a su vez fundamentales para la correcta dinámica de las articulaciones del miembro inferior. Por lo tanto se deberá valorar el funcionamiento de estas dos estructuras también para decidir cual es el plan más saludable y terapéutico posible y que además la ejecución de los ejercicios seleccionados creen las adaptaciones oportunas en función de los objetivos iniciales.

 

Por lo tanto, la idea es clara: antes de “recetar” los ejercicios tendremos que saber muy bien en que estado se encuentra el sistema articular del miembro superior, de la columna vertebral y del miembro inferior. Esta formar de entender el entrenamiento y la readaptación de lesiones es válida para todas las poblaciones desde los programas de salud hasta el alto rendimiento deportivo.


EL ENTRENAMIENTO

Si entendemos el entrenamiento como la aplicación de una serie de estímulos para crear unas respuestas y posteriormente unas adaptaciones positivas, el verdadero protagonista de ello es el ejercicio cuya función principal es generar fatiga.

 

Si la movilidad del miembro inferior es buena y está acompañada por la buena dinámica del miembro superior, el ejercicio elegido hará correctamente su función que es fatigar al músculo, pero para que ese músculo o conjunto de músculos se active, generando todo su potencial, el ejercicio deberá de ejecutarse de la forma más correcta posible.

 

Para que la cargada de fuerza sea afectiva tiene que haber un correcto control motor
Todos sabemos que la cargada de fuerza, dentro de los ejercicios olímpicos, es uno de los que más actividad electromiográfica genera (Badillo, 2000), pero siempre que se ejecute correctamente, es decir que la cadena de movimientos sea la correcta y para ello será imprescindible un correcto control motor de las articulaciones del miembro superior e inferior. SI no es así, el ejercicio de cargada ya no resultará ser tan potente ni efectivo puesto que no seremos capaces de aplicar la tasa de desarrollo de fuerza adecuada para generar un máximo reclutamiento de unidades motrices.

 

Si queremos hacer una arrancada de fuerza nos pasara lo mismo que en el caso anterior pero con más dificultad para el ejecutante, puesto que se necesitará hacer más ajustes durante la ejecución. En este ejercicio concreto además de la correcta aplicación de fuerza que es indiscutible, será necesario tener correctamente estabilizada la articulación del hombro para poder llevar la barra a la máxima flexión por encima de la cabeza, entonces el ejercicio cumplirá con su función completa de provocar el estímulo adecuado, si no es así estaremos dañando el sistema, provocando desequilibrios que se convertirán en el tiempo en lesión y provocando pocas adaptaciones positivas.

 

Si la elegida es la sentadilla profunda, tendremos que tener la flexión dorsal del tobillo, la flexión de cadera y la estabilidad de la columna vertebral en sus rangos de acortamiento máximos para que la ejecución sea la correcta, si no fuese así al igual que en el caso anterior estaríamos dañando seriamente el sistema.

 

CONCLUSIONES

La reflexión final es que el ejercicio elegido se debe de realizar como punto final, una vez determinado cual es la estabilidad articular del sistema. Puede ser mucho más sano y efectivo un ejercicio analítico en la leg extention o en el leg curl, que realizando sentadillas, lunges con cargas, cargadas,etc.

 

Es clave la correcta elección de los ejercicios y las dosis adecuadas
Una vez seleccionado correctamente los ejercicios, el método elegido y la programación de los diferentes periodos, será el plan estratégico de cada entrenador lo que determine la mejoría en la capacidad elegida.

 

Por lo tanto la clave de un programa seguro y efectivo de entrenamiento o readaptación del miembro inferior es la elección correcta de los ejercicios y la dosis adecuadas de repeticiones y series.

 

 

 

Enrique Salinas Romea

Preparador Físico Cantera Unicaja

Preparador Físico Selección Española Absoluta